Una de las noticias de los últimos meses es que Aaron Sorkin está negociando con la cadena HBO para llevar a cabo una nueva serie. El autor quiere completar su trilogía sobre el mundo de la televisión después de “Sports Night”, la comedia sobre un noticiario deportivo, y la fallida “Studio 60”, sobre un programa de sketches à la “Saturday Night Live”. Después de terminar la antológica “The West Wing”, decidió probar suerte en la gran pantalla con “La Guerra de Charlie Wilson”. Además, ha escrito los guiones de dos nuevas cintas: una sobre el creador de Facebook (“The Social Network”) i el nuevo film que dirigirá Ben Stiller. En cuanto a la nueva serie, pues la esperaremos con ganas. Ganas de volver a vivir el pasado, sin esperar nada nuevo. Porque revolucionarias, lo que se dice revolucionarias, sus series no son. De diálogos mordientes, sólo necesita ponerse la cámara en el hombro y seguir a un ramillete de grandes actores por pasillos inacabables de algún edificio donde se cocinen los valores de la sociedad americana. Y no le pediremos nada más que eso. Y ¿para qué pedirle algo más que eso? No se me va de la memoria ese capítulo final de la segunda o tercera temporada de “The West Wing” con Sheen apagando un cigarrillo en la catedral de Washington después de la muerte Mrs.Landingham. Cuarenta minutos con el corazón en un puño.
En cuanto al cine, ahora llega esa época de estrenos continuos con la rendición mediática correspondiente. Ya se han estrenado “Avatar”, “Nine” y “Up In The Air” (que por cierto vi ayer, disfruté y recomiendo); tres de las favoritas para los Oscar. Se está celebrando ahora mismo el festival “independiente” de Sundance, que cada vez tiene más cobertura mediática. No sé si sabíais que antes de los Oscar, cada sindicato de artistas da su premio a sus colegas de profesión; es decir, el sindicato de actores da su premio al mejor actor del año, el sindicato de montadores da su premio al mejor montaje del año, y un inacabable etcétera. Os podéis imaginar que estos premios son consultados por los académicos antes de enviar su voto para los Oscar. En otras palabras, han demostrado ser influyentes a lo largo de los años. Bien, pues después de los Globos de Oro, parecía que la carrera para los Oscar había llegado a su fin con clamorosa victoria de "Avatar". Ayer, se reabrió la batalla cuando el sindicato de productores le dio el premio a la mejor película del año a The Hurt Locker, que se estrenará próximamente en España y que reafirmaría la creciente participación de películas “independientes” en las cuentas de las grandes productoras. Si ya contaba con el beneplácito de la crítica, el apoyo de los productores puede decantar la balanza a su favor en la gala de los Oscar.
Para más inri, Kathryn Bigelow, directora de “The Hurt Locker” estuvo casada con James Cameron, su gran rival este año. Morbo asegurado en la que pasa a ser una de las ediciones más apretadas de los últimos años, sobretodo si tenemos en cuenta que “Inglourious Basterds” acabó como triunfadora en la noche de los premios del sindicato de actores y “Up In The Air” tiene buenas críticas – y a dos olvidados de los últimos años: George Clooney y Jason Reitman (director de Juno, Gracias Por Fumar y de un par de capítulos de The Office).