Ayer escribí un tocho biográfico sobre Kozelek que ni la wikipedia. Decidí no colgarlo porque sabía que algo pasaba. Y así es. Me lo he leído esta mañana y creo que ni él hubiese llegado hasta el final. Un tostón. Además, esta mañana estoy de buen humor y no quiero una actualización destroce el momentum. Parece que el verano empieza a hacer fintas para irse definitivamente. Mi autobusera se está a punto de acabar El Alquimista de Coelho, lo cual es una muy buena noticia porque la señora aprovecha incluso los semáforos para leérselo y la teníamos que avisar cuando se ponía verde. Para rematar mi mañana, he bajado al curro con el nuevo EP de Sufjan –a todo le llaman EP ahora, ¡dura una hora!– y es maravilloso. Es lo bonito de la simpleza. Es mágico. Es el Iniesta del pop, parece que lo haga todo fácil. A lo que vamos,
Mark Kozelek fue el cantante y líder de Red House Painters, como sabéis, uno de mis grupos de cabecera. Después de su disolución (me acabo de cargar 20 líneas de texto, lagrimilla) empezó a trabajar en solitario y con el pseudónimo / grupo Sun Kil Moon. Sus dos primeros discos fueron de versiones (uno de ellos dedicado a AC/DC y otro, muy recomendable, a Modest Mouse) y los siguientes tres rellenos de inspiradas nuevas composiciones. Su carrera en solitario se ha caracterizado por la dualidad de discos muy bien orquestados y en parte herederos de los más expansivos RHP, y por otro lado, directos desnudos de los que van a hacer daño a las pobres almas deprimidas. Esta dualidad se rompe con su nuevo trabajo, Amiral Fell Promises (Caldo Verde, 2010), mucho más introspectivo y silencioso que sus predecesores.
Así que con más razón que nunca, Mark Kozelek y la solitud de su guitarra necesitan de una oscura habitación y un frágil chorro de luz apuntándole sentado en una vieja silla de esparto. Dos décadas de grandes discos, interpretados de manera magistral merecen acercarse a verle en directo. Aunque Sidecar no sea seguramente el mejor sitio para verlo, es una oportunidad única para disfrutarle.
Os dejo las dos caras de la moneda: las dos versiones de "Mistress", ambas incluídas en el homónimo de la montaña rusa de Red House Painters:
"(...) in the process of making a record, you hear it so many times that the charms of even the best of them can wear off through over-exposure. On rare occasions, records I've worked on have withstood this scrutiny and ended up being personal favorites. Of these, a good handful are beautiful and sublime, and I listen to them for pleasure. Nina Nastasia's 'Dogs' is a record so simultaneously unassuming and grandiose that I can't really describe it (...). Of the couple thousand records I've been involved with, this is one of my favorites, and one that I'm proud to be associated with."
Eso decía Steve Albini sobre el primer trabajo de Nina Nastasia: Dogs (Socialist Records, 2000). Poco más de mil discos se editaron y todos se vendieron en sus conciertos. Albini se la presentó al fallecido John Peel y cayó rendido ante el gélido encanto de Nina. Firmó con Touch & Go para sus dos próximos discos y en 2006 saltó a Fat Cat Records para grabar On Leaving (Fat Cat, 2006), aunque se llevó con ella la mayoría de sus colaboradores habituales – incluído Albini, productor en sus 6 álbumes de estudio. Con Jim White, batería de Dirty Three, grabó el precioso You Follow Me (Fat Cat, 2007) en forma de diálogo desnudo de una belleza infinita.
Su música puede compararse con la de Emily Jane White, Anni Rossi o a las Neko Case y Pj Harvey más intimistas. Sus discos destacan por los maravillosos arreglos de cuerda y por la frágil emoción capaz de cortar la tensión de los etéreos ambientes que crea. Un concierto suyo tiene que ser mágico, y más teniendo en cuenta que llega a Barcelona presentando su maravilloso nuevo trabajo, Outlaster (Fat Cat, 2010), uno de los mejores discos de lo que llevamos de año. Descubridla y enamoraos:
Mudhoney (+ The Meanies) Miércoles 29 de Septiembre La [2] Mudhoney son otros clásicos del grunge más mainstream. Aparecieron a finales de los 80 como herederos de los sonidos más brutos de Hüsker Dü, Fugazi y compañía. Fueron el buque insignia de Sub Pop y uno de los grandes artífices del boom ruidoso de Seattle de principios de los 90. Escuderos de lujo de bandas como Sonic Youth durante sus inicios, rápidamente empezaron a encabezar giras y festivales, popularizando el llamado "Seattle Sound" y abriendo cobertura mediática para otras bandas que justo empezaban. El impacto en ventas nunca se produjo y a partir de 1991 empezaron a llegar nuevas bandas que les sucedieron en el trono como Soundgarden, Pearl Jam y, sobretodo, Nirvana. Mudhoney se vendieron a Warner en 1992, perdiendo el apoyo de los puretas del grunge. Aún así, nunca ganaron la aprobación del gran público (como sí la consiguieron los de Cobain) por su dureza en las composiciones.
Su carrera se mantuvo bastante constante a lo largo de los 90 y principios del nuevo siglo, con nuevo contrato discográfico. Sin ningún disco sobresaliente, pero tampoco sin ninguno menospreciable, Mudhoney ha aguantado hasta el revival indie-rock de nuestros días con fuerzas renovadas. The Lucky Ones (Sub Pop, 2008) es una vuelta a sus orígenes más crudos, los del EP Superfuzz Bigmuff (Sub Pop, 1989). Aprovechando la coincidencia con la fecha de hoy, os dejo una de las canciones del Superfuzz Bigmuff Plus Early Singles (Sub Pop, 1990); uno de esos discos que, como siempre digo, deberían enseñar en las escuelas:
Mudhoney - Twenty Four
He's been drunk for twenty four years If he had a dime for every time Someone tried to change him He'd get drunk for twenty four more
I got trained to fight for the chain I got a dime and time to kill I've been drunk for twenty four hours Someone's always trying to change me I've been drunk for twenty four hours I'll stay drunk for twenty four more
Edwyn Collins merece un post para él solito. Pero aprovecho la excusa para presentar a algunas de las nuevas confirmaciones de la próxima edición del Primavera Club 2010.
Edwyn Collins es la referencia del renacer de la música escocesa de los últimos tiempos. A finales de los 70 formó el conjunto pop Orange Juice, uno de los más influyentes nunca salidos de Glasgow. You Can Hide Your Love Forever, su disco de debut, fue un éxito de público y crítica y se pueden ver rastros de él en un amplio abanico de discos de compatriotas suyos que incluye Teenage Fanclub, Belle And Sebastian o Franz Ferdinand. Sus otros dos trabajos son de corte más ecléctico, con aires claramente ochenteros, y dieron entrada a un beat más funky y unas melodías más soul.
El éxito comercial, pero, no le llegó en los ochenta. Después de un tiempo en la sombra, intentando proyectos que nunca llegaban a fructificar, llegaron los noventa y con ellos un contrato discográfico, la ayuda de Roddy Frame y una nueva carrera en solitario por delante. En sus primeros intentos siguen dejándose notar los ritmos ochenteros, pero su música cada vez es más reflexiva y elaborada. El éxito comercial le llega con el aplastante Gorgeus George (Setanta, 1995) y su hit "A Girl Like You". El disco gira alrededor de su grave voz -un poco más versátil que la de Richard Hawley, para que os hagáis una idea- y de unas preciosas composiciones. Letras punzantes, sinceras y memorables como la segunda parte de la canción que abre el disco, que ya ha sido protagonista de alguno de los discos semanales de este blog.
En 2005 sufrió una hemorragia cerebral, de la que afortunadamente se recuperó sin secuelas después de seis meses de cirugía. Algunos afortunados ya lo pudieron "disfrutar" (si es que este verbo se puede relacionar a un concierto en el contexto de ese festival) en el Summercase. Los que no, nos quitaremos la espinita. Cabezón de cartel.
Van a pasar a la historia como los mimados de Pitchfork. El niño prodigio que nunca llegó a lo que se esperaba de él. El Guti de la música independiente. La palabra hype personificada. El de la riña con su batería en el Primavera Sound. Palabrería. Nathan y sus Wavves tienen temas para darse un buen atracón de pop-punk de decibelios. Bravo por el Primavera por no dejarse caer en la tentación de no volverlos a traer. Wavves tendrán su reválida en una sala como dios manda y ahí estaremos con la cámara preparada por si Nathan se lía a hostias con alguna pobre alma que pase por ahí.
Yo creo que no debe haber mejor manera de emborracharse que con estos recién licenciados en esto de la música. Su disco That's How We Burn (Sub Pop, 2010) debería sonar en todos los bares del Paral·lel durante el Primavera Club. Una de estas bandas que transmiten energía positiva, ganas de bailar, cantar y pasárselo bien. Canciones sencillas, muchas de ellas de esqueleto punk con recubrimiento de un fino y directo pop al más puro estilo Muslims o Harlem.
El primer disco en solitario del que fuera líder de los extintos Czars, Queen Of Denmark (Bella Union, 2010), ha sido una de las sorpresas del año. Su hipnótica voz nos va mostrando unas canciones perfectas, facturadas con una orquestación de piel de gallina; como grandes rayos de luz encerrados dentro de bonitos potes de porcelana. Tiene un poco del pop nórdico de Kings Of Convenience y de las irónicas melodias de Roddy Frame, pero sobretodo es un giro de tuerca más a su etapa con Czars. Así que, fans del grupo y curiosos del pop de cámara, ya sabeís que no podéis perderos este concierto. Por cierto, compartió una época con Midlake y Flaming Lips, girando con ellos como músico subcontratado. Los primeros le han apoyado instrumentalmente en este álbum y de los segundos se le ha quedado algo de su freakismo en las letras (véase la AOR "Sigourney Weaver").
Pero es que además, en esta misma tanda de confirmaciones están otros nombres importantes como Zola Jesus, Beach Fossils o Mount Kimbie. Intentaré hablar de ellos más adelante.
Volviendo a la dura vida del trabajador y a la solitud del corredor fondo, he estado peinando algunas páginas webs que había dejado aparcadas hace más de dos semanas. El caso es que revisando eventos próximos en nuestra falsamente moderna ciudad condal he visto que, por no estar al día, se han acabado las entradas para el concierto de Eels. Una de mis espinas clavadas, uno de los conciertos que más ganas tenía de ver. La decisión proactiva que he tomado ante tal decepción ha sido la de crear una nueva sección dentro del blog dedicada a repasar próximos conciertos. La idea es volver a coger ritmo de conciertos, ya que tenemos que reconocer que en los últimos años hemos perdido un poco de carrerilla. Vamos con la primera propuesta.
Nobunny es el pseudónimo del incendiario Justin Champlin, nacido en Tucson y residente de San Francisco. Lleva tocando en directo desde principios de siglo, con una formación mutante y muy poco estable. Sus shows son famosos por llevar su música a un ecléctico siguiente nivel, añadiendo un derroche de energía y sudor difícil de ver en los escenarios contemporáneos. Ataviado con poco más que su máscara de conejo, reparte píldoras de su punk ramoniano en un entorno lúdico-festivo altamente contagioso. Su disco de debut, Love Visions (1-2-3-4 Go, 2008), es un decálogo del típico “dos minutos – dos acordes – dos cojones”, con clásicos instantáneos como “Mess Me Up” o “Chuck Berry Holiday”. El día 1 de octubre nos vendrá a presentar su nuevo trabajo: First Blood (Goner, 2010).
No, no me he ido a Shanghai. Sigo en Barcelona. Esta ha sido una semana de reflexión, de recuperar viejos amigos y de mucho ladygaguismo.
Nunca recuerdo los sueños. Cuando me despierto, se dispersan como vendedores ambulantes cuando llega la policia. Por mucho que intente perseguirlos, nunca acabo de reconstruirlos.
Esta mañana me he despertado en Matadepera tapado con una manta del Barça. Qué gusto dormir arrapado, con peso encima. Un sueño de un recuerdo antiguo se reproducía claramente en mi cabeza por la mañana. Estaba en Picadilly, Londres, en esa tienda de discos Virgin que había en la esquina de Coventry Street. Volvía a estar en 1999, mirando discos con unos amigos de cara difuminada. Veía con claridad el momento en que mis ojos se encontraron con el Californication de los Red Hot Chili Peppers y enviaban un mensaje a mi cerebro para que le enviara un mensaje a mi mano para que examinara si tenía suficientes monedas en el bolsillo del pantalón. Ese fue el primer disco que he comprado conscientemente.
Ha llovido mucho. Lo último que me he comprado de música ha sido un vinilo recopilatorio de Sam Cooke. Han pasado 11 años y parece que mi experiencia con la música haya durado más de mis casi 24 años. Me cuesta de entender.
Obviamente este no es un post de reivindicación de los Chili Peppers. Ahora no toca. Cada uno tiene sus inicios, y los míos podrían haber sido mucho peores. Todos tenemos algún disco que nos hizo fascinar y que marcó un antes y un después en nuestra manera de entender la música. El mío no es el Californication, incluso está más alejado de la música que escucho ahora. Tal vez algún día os lo confieso.
Nada más, que vuelvo a estar aquí, con el horario normalizado y con pocas ganas de empezar a trabajar. Todo sería más fácil si hoy ganamos la Supercopa.
01. Project A-KO. Hey Palooka. Yoyodyne (2007) 02. Sonic Youth. Tom Violence. Evol (1986) 03. The Jesus And Mary Chain. The Hardest Walk. Psychocandy (1989) 04. Field Mice. Coastal. Sensitive (1990) 05. Women. Narrow With The Hall. Public Strain (2010) 06. Wild Nothing. Summer Holiday. Gemini (2010) 07. My Teenage Stride. Actor's Colony. Ears Like Golden Bats (2007) 08. The National. Bloodbuzz Ohio. High Violet (2010) 09. Tender Trap. Fireworks. Dansette, Dansette (2010) 10. The 3Ds. The Golden Grove. The Venus Trail (1993) 11. Norfolk & Western. The Shortest Stare. The Unsung Colony (2006)
Ya me he cansado del verano. La pegajosidad de mis camisetas está llegando a unos extremos absolutamente indeseables. La crisis se ha cargado los tranquilos veranos barceloneses de antaño. Se acabaron las calles desnudas y la sensación de estar en un viejo cine vacío. Las caras de la gente son de impotencia, de no poder escapar de la boca del lobo; todos buscan con la mirada algún gesto de complicidad, o simplemente ver que el de delante aún está peor que tú. Se acabaron las dulces melodías optimistas.
En este contexto, se me presenta la opción de irme a vivir un año a Shanghai. Un trabajo aburrido en un país feo, pero una oportunidad única y una aventura atractiva. La decisión; a tomar en cuatro cortos e inacabables días. El trabajo; si saliera todo bien, a empezar el día 1 de septiembre. Un año para aprender de una nueva cultura y para volver a destripar mis entrañas entre paquetes de tabaco arrugados.
Toda la música desde el día que me llamaron es asfixiante, agobiante, incierta. Este no es un disco bonito, pero es un disco necesario para aliviar el picor.
