Tuesday, November 16, 2010

Fría Primavera

Llego a trabajar y me siento delante del ordenador para hablar de Pulp, pero no me sale nada. En el bloc de notas sólo pone: el disco de Boston Spaceships es un pepinazo. A veces noto como si las ganas de escribir se me escurrieran entre los dedos. Este debe de haber sido el año que he escuchado menos música desde que escucho música y, aunque esto se deba a factores externos, me da miedo pensar que esta puede ser la dinámica habitual a partir de ahora. Hoy en el bus he empezado a pensar en la lista de lo mejor del año y no he tenido claro ni los cuatro o cinco discos que tendrían que estar arriba. Voy a tener que valorar discos después de muy pocas escuchas y eso conlleva falta de perspectiva. Necesitaré algo de ayuda. Hace unos meses empezamos a hablar de montar algo que me haría mucha ilusión; espero que no sea una de esas ideas que quedan enterradas en la memoria. A ver si antes de Navidad la cosa coge forma.

Lo que es una realidad es que como los organizadores del Primavera sigan así, van a quedarse sin abonos antes de poder volver a cambiar de precio. Mala señal es que yo conozca todos los nombres y esté familiarizado más o menos con el trabajo de todos (Triangulo de Amor Bizarro a parte). Han vuelto a dar otra tanda de nombres de quilates, a falta de que los de Pitchfork y ATP rellenen la siempre abundante clase media. Ahora mismo tenemos 21 nombres para todos los gustos. Los reparto en categorías para analizarlos. Empecemos con los que más me apetecen:

Ay, Pulp… El retorno de los de Sheffield será la gran atracción turística de Barcelona durante un fin de semana. Los de Jarvis Cocker son una banda clave para entender el boom del pop británico en los 90, una fábrica de canciones para llenar estadios. A nivel personal, el His’n’Hers (Island, 1994) y el Different Class (Island, 1995) me marcaron en su momento y, aunque los tenga perdidos en un laberinto de difícil escapatoria, poder escuchar “Do You Remember The First Time” en directo, me vale la mitad del abono.

Comet Gain es más pop británico. Con más nervio y crudeza; pero pop al fin y al cabo. Nacieron en el 93 muy influenciados por los grupos del C-86 y los Pastels y demás. Sonaban mal pero con estilo, como un coche destartalado con encanto. La buena noticia es que llegan en un momento de forma envidiable, ya que sus últimos trabajos están a un nivel de madurez exquisito. Recomiendo el City Fallen Leaves (Track & Field, 2005). Papas Fritas -o pApAs fritAS, como los debes escribir si realmente estás en la onda- son una banda de indie-pop bostoniana de finales de los noventa. Nada del otro mundo: canciones simples, tres acordes, algún estribillo resultón… Pero tienen algo. Lo tienen. Esas cantinelas extrañamente pegadizas no se acaban de ir nunca de la cabeza. Para esos días que no te apetece pensar mucho y necesitas que la música te transmita buenas vibraciones. Toda una incógnita en directo. Para mí, su mejor disco es Papas Fritas (Minty Fresh, 1995).

Y para acabar, también debo mencionar Half Japanese, el grupo de los hermano Fair. De hecho, proyecto musical sería una descripción más precisa que “grupo”. Son la personificación del “do it yourself”, el paradigma del indie: ni sabían tocar, ni tenían nociones musicales, pero su amateurismo se transformó en autenticidad. Y aunque todo lo auténtico suena a elitista en este mundo, su actitud naif siempre ha sido respetada y entendida como algo puro e inspiracional. De su inacabable discografía, recomiendo Charmed Life (50 Skidillion Watts, 1988), pero tampoco los conozco tan a fondo como para postularlo como su mejor obra. ¿Qué mejor excusa que esta para ponerse con ellos?

En los próximos días os cuento cuatro cosas del resto de bandas.

Monday, November 08, 2010

Le Noise


Así empezaba la entrada que empecé a escribir a finales de la semana pasada: "Alguien ha pedido que enchufaran el aire acondicionado en la agencia. Hoy, día cuatro de noviembre, el día en que el ayuntamiento ha decidido poner las luces navideñas por toda la ciudad de Barcelona, el día en que ha salido la campaña de invierno de Actimel; hoy ha sido el día en que ha vuelto el verano a la ciudad. Jovenzuelos en camiseta corta, ejecutivos sin americana y abuelas paseando sin ningún destino concreto."

Pues bueno, hoy ha empezado el invierno después de estar todo el fin de semana en manga corta. Esta mañana he decidido bajar caminando a la agencia ya que no he tenido el temple suficiente para esperar quieto más de diez segundos en la parada del autobús. De fondo, el nuevo disco de Neil “¿tengo cara de necesitar un batería?” Young. Siempre es peligroso ser taxativo en una primera escucha, pero os puedo asegurar que esta tarde volveré a casa otra vez con él. Me he quedado prendado con la segunda parte del disco (de “Love And War” hacia delante). Mañana os cuento con más exactitud, pero tiene muy buena pinta.

Mientras serpenteaba por callejones para evitar el frío vendaval de las calles anchas, intentaba imaginar qué pensaría Neil Young de todos los balcones engalanados con banderas vaticanas. A la vez, intentaba ponerme en la piel de las familias conservadoras que viven reprimidas en Barcelona, que aprovechan para colgar su bandera de España bien cerca de la bicolor católica. Ambos me han dado cierta lástima. He llegado a la conclusión que Neil Young hubiese madrugado para ir a ver al papa, o por lo menos para ver la ceremonia por televisión. Y me ha dado lástima que la familia bien estante con sus siete hijos tenga que vivir en la triste minoría de los decadentes valores eclesiásticos.

Por una vez, el progresismo no ha necesitado manifestarse en contra del poder de la Iglesia. Ahora son ellos mismos los que necesitan lanzarse a la calle para reivindicar su paupérrima adaptación al mundo moderno. Sí. Debemos agradecer al vaticano que enseñe lo bonito que es Barcelona.

Tuesday, November 02, 2010

Un Festivo Sin Periódicos


Vosotros también os sentís deprimidos después de leer la entrevista de la contraportada de La Vanguardia? Esos pseudo-psicólogos alardeando de lo fácil que es ser feliz en la vida y lo malo que es el estrés. Igual sólo me pasa a mi. Empecé a leer una ayer y decidí que no iba a leer ni un periódico más. A partir de ahí, ayer fue un día intenso culturalmente y absolutamente inactivo físicamente.

Primero, necesito hablar sobre Nick Cave. En la entrevista que le hace Ruben Pujol en la Rockdelux de este mes con motivo del lanzamiento del segundo trabajo de Grinderman, he vuelto a tener esa sensación de eclipse solar. Como si su personalidad fuera tan grande e imponente que tapase toda la luz aprovechable por el resto de mortales. Cuando acabas de leer cualquier respuesta que da, piensas “Joder, claro, que bien dicho y que poco prepotente suena con sus palabras”. Algo parecido a lo que debe de pensar cualquier emo alemana después de escuchar una canción de Tokyo Hotel. El hecho es que no he escuchado el nuevo trabajo de Grinderman, ni falta que hace. Saber que grabaron el disco en un estudio durante cinco días sin tener nada escrito ni preparado, y no tener ni un ápice de duda de que el disco es mejor que la mayoría de los que han salido este año, sólo puede pasar con un genio de su talla. Cada uno de sus proyectos puede estar más inspirado o menos, pero cada parte tiene esa lección de actitud y calidad que sólo él les sabe imprimir. Como los partidos del Barça. Encima dice que cada día va a trabajar a la oficina. Hijo de puta. Nick Cave es un modelo a seguir a nivel de personalidad y presencia. Sí. Yo de mayor quiero ser como él.

Segundo, debería hablar de Deadwood. Ayer por la noche empecé la segunda temporada. Acabé la primera con emociones contradictorias. Por una banda, satisfecho por la atmósfera que me había transmitido y por Al Swarengen, uno de los personajes más grandes que nunca hayan existido. Me faltó algo de ritmo y sobretodo un poco más de trascendencia, tanto en las relaciones como en la representatividad de un momento sucio e importante de los Estados Unidos. La segunda temporada empezó con fuerza, con nuevos personajes y nuevas situaciones que prometen horas de peleas, envidia y cerdos chinos. Eso sí, hay cosas que no cambian; el peso protagonista sigue cayendo sobre Seth Bullock, interpretado por uno de los peores actores que nunca ha salido en HBO, Timothy “Gallifante”. Absolutamente odioso.

Tercero, durante el día vi hasta tres películas y todas de corte muy distinto. Antes de comer, el viaje de Terry Gilliam al imaginario del Doctor Parnasus. Un mundo mágico alejado de la belleza de la fábrica de Willy Wonka y más cercano a la sucia realidad de Brasil. Queda retratado un Londres suburbial e irónico, y destaca por encima de todo una caracterización magnífica. Aviso para navegantes: Hay que ser fan. Si no te crees las abstractas líneas de Gilliam, la peli puede acabar haciéndose demasiada curva y aparentemente superficial. El teaser de “última película de Ledger” no es suficiente para que el ojo convencional la disfrute. Los trucos narrativos para esquivar su muerte son menos resolutivos que como me los pintó la crítica, pero las grandes actuaciones de sus sustitutos (Law, Farrell y, sobretodo, Depp) hacen que queden camuflados. Por cierto, Tom Waits es otro genio de nuestra generación.

Después de comer vi New York, I Love You; la réplica de la gran manzana a “Paris, Je T’Aime”. Por si no conocéis la idea, imaginaros un conjunto de cortos con gente guapa en partes molonas de la ciudad. No difiere mucho de la estética de las tragicomedias de pequeñas historias cruzadas (todas deudoras de la obra maestra de Altman), sólo que en este caso no están interrelacionadas. Molan la de Fatih Akin y la de los abueletes, y hay algunas ridículas como la de James Caan y su hija inválida o innecesarias como la de Adriana de Los Soprano. Pero bueno, bien, entretenida. Para ver con la novia, mejor que cualquier otra comedia romántica.

Y me falta la que vi antes de cenar. The Men Who Stare At Goats. Aburrida y malosa. Y mira que me gustan todos los actores que salen (Jeff Bridges, Ewan McGregor, George Clooney y Kevin “dónde te has metido?” Spacey). Nada, una tontería que ni entretiene. Queda como una anécdota sin demasiada gracia.