Thursday, June 06, 2013

Primavera Sound (Jueves)



Daros por avisados navegantes, ávidos rastreadores de momentos comunales de euforia desbordada, no vi a Postal Service, Tame Impala, Phoenix ni Grizzy Bear. Y, sí, aún así fue mi mejor día. Nuestro día empezó con la segunda mitad del concierto de El Inquilino Comunista. Sonaron cojonudamente fuertes. La temprana hora de jueves no permitía a su público nacional darse el placer de disfrutarles y obligó a los de Getxo a dirigirse en inglés a un público rubio que no era capaz de pronunciar su nombre. “We have been playing for 20 years”, acertaron en recordarles. Después fue el turno de Wild Nothing, justo en la otra punta del recinto. Me parecieron más dinámicos que en su último concierto en el Apolo, en un miércoles de Primavera de hace un par de años. Parecían animados al tocar ante un público tan extenso, pero los dejamos para ir corriendo a ver el principio de Woods bajo la gigante placa solar. Era uno de los conciertos que esperaba con más ganas y no me defraudaron. Repasaron temas de todos sus discos mientras el falsete psicodélico de Jeremy Earl retumbaba contundente contra los vasos de cerveza que, maquillados con los últimos rayos de Sol, fueron las que mejor sentaron en todo el festival. Seguido venía uno de los dilemas marcado en amarillo por indiespot (et al) desde hacía días: ¿tú eres de Manel o de Tame Impala? Sin ser muy creyente de ninguna de las dos neo-religiones, me acerqué a ver las dos primeras canciones de Tame Impala. No consiguieron quitarme de la cabeza la idea de que se les está dando una cobertura totalmente desproporcionada. Innerspeaker me parece un buen disco. El nuevo justito. Y así en general, una banda no tan rompedora como para llamar tanto la atención. Después, tres canciones de Manel en el Ray-ban. Una de ellas, “Al Mar”, en una versión anti-ukelele que me sorprendió gratamente. Estelades entre el público y gritos de “independencia” entre canción y canción. Otra prueba más de la invasión mainstream en un festival que ha vivido con la cabeza metida en arena durante trece años; un festival que incluso no paró atención ni al movimiento 15-M que revolucionó Barcelona unos años atrás.

A partir de aquí: paso a los viejos rockeros. Empezamos con Dinosaur Jr en el escenario Primavera. No puedo llegar a decir que me decepcionaron, pero sí que fue la vez que estuvieron más flojos de las cuatro en las que los he visto. El setlist no ayudó: dieron demasiado peso al último disco, uno de los más flojos desde que volvieron. Aún así, “Feel the pain” y “Freak scene” hicieron que me fuera con una sonrisa a cruzar el mundo otra vez para llegar a Bob Mould. Y suerte que llegué porque fue uno de mis conciertos del festival. El ATP presentaba un aspecto correcto, pero no se respiraba la suficiente expectación conociendo la importancia histórica del vejestorio alopécico que teníamos en frente. El que fuera líder de Hüsker Dü, dio una clase de rock en casi una hora de concierto que pasó como un tren de alta velocidad. Cenamos una hamburguesa cerca del ATP, matando tiempo antes de que Hot Snakes salieran a acabar de aporrear ese mismo escenario. Energéticos y rematadamente americanos. Me quedo con “10th Planet” y “Braintrust”, dos hits como dos soles, que han pasado sigilosos durante la última década. Después tuve un agujero provocado por el cansancio, la incerteza y la creciente ebriedad. Así en frío, debería haber seguido enruidadándome en Fucked Up, pero no supe reaccionar hasta Simian Mobile Disco y no recuerdo muy bien qué paso en esa hora perdida. Simian Mobile Disco no me van demasiado, vayamos a lo importante.


Antes de un concierto de Animal Collective todo son incógnitas. Estabilizado el cuarteto como formación de combate después de la vuelta al ruedo de Panda Bear, los de Baltimore acostumbran a utilizar este tipo de conciertos como un campo de pruebas para canciones nuevas y experimentos varios. Esta vez no fue así. Desde el principio se pusieron el atuendo de cabezas de cartel y se dedicaron a despachar acertadas dosis de melodías conocidas. El eje del concierto fue su reciente Centipede Hz, con la pegadiza “Today’s Supernatural” a la cabeza. Además recuperaron dos temas del EP olvidado Fall Be Kind, que por su propia desgracia nació a la sombra del omnipresente Merriweather Post Pavilion. Y de éste también se acordaron… y vaya si se acordaron! “My Girls” levantó los ánimos del público antes de encarar una recta final donde aún nos aguardaba una sorpresa: “The Purple Bottle” que fue todo delirio y palmadas en la espalda entre la concurrencia. El que fuera su primer gran hit comercial, sirvió como cierre del mejor concierto del Jueves.

Tuesday, June 04, 2013

Primavera Sound 2013 (Intro)


Así, sin rodeos: El Primavera Sound ha perdido la inocencia, se ha hecho mayor y los organizadores son conscientes de que tienen entre manos un evento con un potencial brutal para atraer a gente de muchas razas musicales.

A las pruebas me remito: 1) La campaña de publicidad ha forrado de carteles la ciudad durante la semana antes del festival. Esto es caro y ellos se lo han podido permitir. Recuerdo que años atrás encontrar un cartel anunciando el festival era como descubrir un bar recóndito con encanto. 2) La reacción de los artistas a la llamada del Primavera. Sigo a alguno de ellos en twitter y han hecho bandera de la confirmación de su grupo en el festival como si les hubiesen confirmado en un grande americano o inglés. La organización ha conseguido cerrar a los grupos más potentes de los que están recorriendo el circuito de festivales pre-verano y verano en Europa, y eso requiere el deseo de algunos grupos de tocar aquí. Más allá del dinero. 3) Detalles como el mini-concierto improvisado de The Wedding Present antes de Blur o las colaboraciones entre grupos (Mascis en Phoenix, el de Fucked up en Dinosaur jr, y un etcétera que desconozco), dan la sensación de festival potente. Antes, este tipo de cosas sólo pasaban en las crónicas que leíamos de Coachella.

Creo que fue Nando Cruz quien hizo una crónica más bien sociológica del último concierto de Wilco en el Palau de la Música. Os aconsejo buscarla si no la habéis leído. Pues bien, también vale la pena echar un vistazo al tipo de gente que ha venido este año al festival para dimensionarlo y entenderlo. Lo primero, la internacionalización. El Primavera siempre ha tenido un cartel más atractivo para un espectador neoyorkino que para el madrileño que va al SOS. Este año han explotado todas las vías para llegar a convencer a los foráneos a acercarse a Barcelona, aprovechando el cartel vendedor de esta edición. Alrededor de un 50% del público era extranjero. Estamos casi en cifras de FIB, y eso sin la playa ni el chiringuito agostero. A nivel nacional, además, se ha roto la barrera del nicho alternativo. Puede que haya sido una conversión progresiva, pero este es el año en el que el oyente menos especializado -el que va a trabajar con los 40 principales cada mañana y sale de fiesta periódicamente en lujosas pistas reguetoneras- se ha atrevido a pisar el Fòrum sin miedo a ser señalado por gafapastas fans de Gravenhurst (véase el anuncio del Primavera 2005). Confirmaciones como Postal Service, Phoenix y el boom de Rodriguez en los últimos meses, les han animado a pagar los 180-190 euros que valía el abono. Me atrevo a decir que este grupo de gente ha sido el que los ha acabado agotando.

Dicho esto, voy con mi festival. En general, la experiencia ha sido muy buena. El cartel no era el más apetecible de las últimas ediciones, pero los conciertos a los que he ido han estado a la altura. Las dudas que creaba la reubicación del escenario ATP, se han saldado con un punto positivo a favor de la movilidad de gente en el recinto y dos puntos negativos por la malsonante nueva ubicación, que se solapaba constantemente con la del escenario Heineken, el rey del festival. El precio de la cerveza seguía en estándares más bien europeos, pero se ha mantenido estable y no se ha disparado con la masificación. No he sufrido colas destacables para prácticamente nada y los conciertos a los que he asistido no estaban rebosados de gente. Incluso no he encontrado demasiada gente hablando en los conciertos, así como en otros años había llegado a límites insospechados. Puede ser que mi ruta haya ayudado, empezando ya por el primer día, saltando a contracorriente como los salmones en el Yemen. Siguiente entrada.

Monday, June 03, 2013

Chinatown



Son las seis de la mañana y no puedo dormir más. Abro la cortina de la habitación para dejar entrar algo de luz a las siempre sombrías y pseudo-eróticas habitaciones de hotel. No hay suerte. El día se está levantando detrás de una capa de nubes espesa que desciende a la ciudad aposentándose cómodamente sobre los edificios más altos. Como un bar lleno de humo donde parece que sólo puedas respirar estirándote en el suelo. Llueve. Ha llovido toda la noche.

El autobús que lleva a Maria a Carolina del Norte está siendo registrado minuciosamente por la policía. Llega tarde, tiene sueño y todo el fin de semana le va volviendo a la cabeza a pedazos.

Antes de empezar a planificarme las pocas horas libres que me quedan de mañana, decido ponerme algo de música. Últimamente estoy con Luna. Es la música perfecta para ponerse a primera hora, en una de esas mañanas en las que puedes permitirte un despertar lento y gradual. Ducha, mails, planchar una camisa irremediablemente arrugada.

Suena “Chinatown” y me viene a la cabeza el olor de la salsa de los dumplings en el restaurante de anoche. Subo a desayunar al último piso, una terraza con vistas donde dan poca cosa más que café y bagels con mermelada. Leo cuatro tonterías en uno de estos laberintos que tienen aquí por periódicos. Lees una parte en portada, despliegas, se caen los módulos de artes, negocios y deporte, intentas encontrar la conexión en la página indicada, te peleas para volverlo a doblar y al final no era tan interesante porque todo lo importante ya lo habías leído en la portada.

Pienso que podría vivir aquí. Un tiempo, quizás.