Daros por avisados navegantes, ávidos rastreadores de
momentos comunales de euforia desbordada, no vi a Postal Service, Tame Impala,
Phoenix ni Grizzy Bear. Y, sí, aún así fue mi mejor día. Nuestro día empezó con
la segunda mitad del concierto de
El Inquilino Comunista. Sonaron cojonudamente
fuertes. La temprana hora de jueves no permitía a su público nacional darse el
placer de disfrutarles y obligó a los de Getxo a dirigirse en inglés a un
público rubio que no era capaz de pronunciar su nombre. “We have been playing
for 20 years”, acertaron en recordarles. Después fue el turno de
Wild Nothing,
justo en la otra punta del recinto. Me parecieron más dinámicos que en su
último concierto en el Apolo, en un miércoles de Primavera de hace un par de
años. Parecían animados al tocar ante un público tan extenso, pero los dejamos
para ir corriendo a ver el principio de
Woods bajo la gigante placa solar. Era
uno de los conciertos que esperaba con más ganas y no me defraudaron. Repasaron
temas de todos sus discos mientras el falsete psicodélico de Jeremy Earl
retumbaba contundente contra los vasos de cerveza que, maquillados con los
últimos rayos de Sol, fueron las que mejor sentaron en todo el festival. Seguido
venía uno de los dilemas marcado en amarillo por indiespot (et al) desde hacía
días: ¿tú eres de Manel o de Tame Impala? Sin ser muy creyente de ninguna de
las dos neo-religiones, me acerqué a ver las dos primeras canciones de
Tame
Impala. No consiguieron quitarme de la cabeza la idea de que se les está dando
una cobertura totalmente desproporcionada. Innerspeaker me parece un buen disco.
El nuevo justito. Y así en general, una banda no tan rompedora como para llamar
tanto la atención. Después, tres canciones de
Manel en el Ray-ban. Una de
ellas, “Al Mar”, en una versión anti-ukelele que me sorprendió gratamente.
Estelades entre el público y gritos de “independencia” entre canción y canción. Otra prueba más de la invasión mainstream en un festival que ha vivido con la cabeza metida en arena durante trece años; un festival que incluso no paró atención ni al movimiento 15-M que revolucionó Barcelona unos años atrás.
A partir de aquí: paso a los viejos rockeros. Empezamos con
Dinosaur Jr en el escenario Primavera. No puedo llegar a decir que me
decepcionaron, pero sí que fue la vez que estuvieron más flojos de las cuatro
en las que los he visto. El setlist no ayudó: dieron demasiado peso al último
disco, uno de los más flojos desde que volvieron. Aún así, “Feel the pain” y
“Freak scene” hicieron que me fuera con una sonrisa a cruzar el mundo otra vez
para llegar a Bob Mould. Y suerte que llegué porque fue uno de mis conciertos
del festival. El ATP presentaba un aspecto correcto, pero no se respiraba la
suficiente expectación conociendo la importancia histórica del vejestorio alopécico
que teníamos en frente. El que fuera líder de Hüsker Dü, dio una clase de rock
en casi una hora de concierto que pasó como un tren de alta velocidad. Cenamos
una hamburguesa cerca del ATP, matando tiempo antes de que Hot Snakes salieran a
acabar de aporrear ese mismo escenario. Energéticos y rematadamente americanos.
Me quedo con “10th Planet” y “Braintrust”, dos hits como dos soles, que han
pasado sigilosos durante la última década. Después tuve un agujero provocado
por el cansancio, la incerteza y la creciente ebriedad. Así en frío, debería
haber seguido enruidadándome en
Fucked Up, pero no supe reaccionar hasta Simian Mobile Disco y no recuerdo muy
bien qué paso en esa hora perdida. Simian Mobile Disco no me van demasiado,
vayamos a lo importante.
Antes de un concierto de
Animal Collective todo son
incógnitas. Estabilizado el cuarteto como formación de combate después de la
vuelta al ruedo de Panda Bear, los de Baltimore acostumbran a utilizar este
tipo de conciertos como un campo de pruebas para canciones nuevas y
experimentos varios. Esta vez no fue así. Desde el principio se pusieron el
atuendo de cabezas de cartel y se dedicaron a despachar acertadas dosis de
melodías conocidas. El eje del concierto fue su reciente Centipede Hz, con la
pegadiza “Today’s Supernatural” a la cabeza. Además recuperaron dos temas del
EP olvidado Fall Be Kind, que por su propia desgracia nació a la sombra del
omnipresente Merriweather Post Pavilion. Y de éste también se acordaron… y vaya
si se acordaron! “My Girls” levantó los ánimos del público antes de encarar una
recta final donde aún nos aguardaba una sorpresa: “The Purple Bottle” que fue todo
delirio y palmadas en la espalda entre la concurrencia. El que fuera su primer
gran hit comercial, sirvió como cierre del mejor concierto del Jueves.
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