Tuesday, May 17, 2011

¿Está vivo? ¡Está vivo!

Me duele dejar morir este sitio. Tres discos del año pasado que cada día que pasa se hacen más grandes:

The calcination of Scout Niblett, Scout Niblett. Recuerdo que la primera vez que escuché Bargin se me pusieron los pelos como escarpias. No, aquí ya no está Albini moviendo los hilos; aquí chocamos de frente con la crudeza de una mente maravillosamente atormentada. Scout Niblett se postula con su último disco como una de las voces más inquietantes del panorama actual. Es distinta, es especial y desborda talento por los cuatro costados. El poder de los silencios y el rugir de los guitarrazos quedan más patentes que nunca.

At echo lake, Woods. Ese folk rural e intangible que siempre han llevado por bandera se cristaliza aquí para hacer de éste un ensayo pop perfecto sobre la evocación de los buenos momentos de la vida. Si los Beach Boys se hubiesen puesto en plan bucólico, si los Byrds hubiesen empezado a tocar en el s.XXI, si los Shins se dejaran de tanto estribillo pegadizo... seguramente habrían conseguido algo parecido a esto.

Have one on me, Joanna Newsom. Siempre he creído que los triples álbumes son inabarcables. Mantener la atención durante más de dos horas es prácticamente imposible, lo que obliga a una escucha fragmentada. Have one on me acaba siendo como Londres, para lo bueno y para lo malo. Por muchas veces que vayas nunca tienes la sensación de conocerla del todo; pero cada vez que vas, acabas encontrando rincones maravillosos por los que nunca antes te habías perdido. Perderse por la nuevaorleana "Good Intentions Paving Company" o por la soleada "On A Good Day", arpa élfica en mano, es una experencia sensorial impactante. Y os lo dice uno que, cuando salió Ys, no cree que hubiese para tanto.