Sunday, February 05, 2012

Lista de Mejores Discos de 2011

Por defecto acumulado a lo largo de los años, me cuesta dar carpetazo a un año de música y renovar mi librería hasta que no cierro la lista de los mejores discos del año. Aunque este blog esté en desuso, no hay mejor sitio para compartirla. Así que, allá voy, los 20+1 mejores discos del año en orden decreciente:

20+1. The War on Drugs. Slave Ambient (Secretely Canadian)

Sí, la marcha de Kurt Vile se ha notado, pero Granduciel ha sacado pecho. Por culpa de la cantidad de discos del estilo en los últimos años, cuando escuchas Slave Ambient por primera vez, avanzando por las perfectas "Best Night", "Brothers", "I Was There", vas esperando ese punto de inflexión en el álbum donde deja de ser todo matemáticamente precioso y empiece a sonar a música de ascensor. De repente el disco acaba y el silencio es tan molesto que tienes que volvértelo a poner. No sabes muy bien qué ha pasado, pero has estado sumergido en 45 minutos de placer continuo.


20. Deerhoof. Deerhoof vs Evil (Polyvinyl)

Siguiendo en modo hedonista, no hay nada más disfrutable que un disco de Deerhoof. El bizarrismo lo hace imprevisiblemente divertido, pero lo de estos chicos va mucho más allá de un collage de sensaciones. Sus deconstruídas composiciones son pretenciosos acercamientos al disco perfecto. Aunque cada año que pase sus melodías sean más familiares y tal vez menos arriesgadas, no quitan un ápice de interés a su trabajo. Siguen creando escuela.


19. Julian Lynch. Terra (Underwater Peoples)

En allmusic dicen que este señor es doctor en etnomusicología. El colmo de lo hipster. Terra es música triste sin pretenderlo. O igual la palabra no es triste, igual es felizmente melancólica pero hace falta un buen chute de drogaína. Suena a hippismo y a millones de colores distintos metidos en una coctelera. La voz de Lynch nos va guiando por bosques frondosos, pero con grandes clarianas y riachuelos. Vientos, sintetizadores, percusiones y guitarras enredadas, que se usan de una manera calculadísima para seguir pareciendo un disco minimalista. Una gran experiencia.


18. Wooden Shjips. West (Thrill Jockey)

Veo que os estáis durmiendo. Vamos a hacer un poco de ruído. Psicodelia kraut-rockera para seguir avanzando puestos. Los riffs de guitarra repetidos hasta la eternidad y la batería a martillazos contra la cabeza son las señas de identidad de los californianos Wooden Shjips. Reminiscencias de otra época en cada una de sus canciones en el que sea tal vez su trabajo más inspirado. Este es su primer disco grabado con la suficiente pasta como para contar con un buen equipo técnico y se nota. Suena más limpio, que no más pijo, y ayuda a la comprensión de su vaciado sonoro.


17. Cass McCombs. Wit's End (Domino)

He leído por ahí que dejan mejor al Humor Risk -el otro disco que ha publicado McCombs este año- que a este Wit's End. De acuerdo que el primero es más ligero a la escucha, no te entran ganas de suicidarte en cada esquina. Pero qué sería de McCombs si no caminara titubeante por el borde de la torre más alta de Baltimore? En Wit's end cada nota, cada palabra, está detalladamente pensada y estudiada. Me recuerda a un disco de música clásica, donde tienes la sensación que necesitas un doctorado para sacarle todo el jugo posible. Igual Julian Lynch puede. Juas.


16. Jesu. Ascension (Caldo Verde)

A Jesu les queda de metal lo que a mí de rubio. Vale, tienen unos pedales maravillosos, pero los utilizan más cerca de la expansividad post-rockera que de la agresividad doomera. La voz de Broadrick es de blandengue, no jodáis. Eso sí, el rollete de Jesu en sus últimos discos es muy adictivo. "Sedatives" es un manifesto por si misma. Batería penetrante, guitarras contundentes y una melodía que podría estar en cualquier disco de los Posies. El disco acaba transcurriendo a un ritmo lentísimo, se recomienda paciencia, unos buenos auriculares, una cama comfortable y ganas de soñar.



15. The Men. Leave Home (Sacred Bones)

Veréis que este año la cosa no admite demasiado ruído. The Men son el único cercano al noise que ha entrado. "Bataille" es una de las mejores canciones del año, darle a este link y después seguimos. ¿Qué os ha parecido? Pues esto no es nada. Leave Home ralla a aún más intensidad. Rock de directo, de desmelenarse y de saltar sin parar. Nada de indie de los 90, The Men van a buscar en los cassettes de los 80, los primeros Sonic Youth, Hüsker Dü. El disco más brutal y directo del año.


14. Peaking Lights. 936 (Not Not Fun)

Si algo tengo que reconocer, es que con el poco tiempo que se tiene, paso bastante de la música electrónica. Eso sí, si un disco me engancha, me engancha. No se la etiqueta que toca ponerle a este disco, pero sería algo así como pop contemplativo bañado de sintetizadores. Canciones largas, reverberizantes. Para poneros un ejemplo de esta lista, a los de Deerhoof seguro que les ha encantado. Y al doctor Julian Lynch, por supuesto.


13. Ducktails. Ducktails III: Arcade Dynamics (Woodsist)

Para los que no lo sepan, Matthew Mondanile es un integrante de Real Estate, que no ha conseguido meter su disco en la lista (aunque también aprovecho para recomendar). Este Arcade Dynamics poco tiene que ver con el aclamado Landscapes (2009), y es mucho más cercano a la música de la banda madre. Pero mientras Real Estate pecan a veces de ser un poco demasiado repetitivos, incluso a veces me cuesta saber si sigo en la misma canción o han cambiado, aquí la riqueza reside en la variedad, siempre dentro del pop lo-fi ensoñador marca de la casa. El tiempo no podrá con "Hamilton Road", ni mucho menos con la póstuma "Killin' the Vibe", a medias con Panda Bear.


12. Dirty Beaches. Badlands (Zoo Music)

¿Qué hay aquí dentro? Por 5 pesetas. Elvis, sin duda. Joy Division. O igual más Suicide. No sé, es extrañamente cautivador. Una vez entras en su espacio looposo, es difícil escapar. Si tuviese que regalar un disco este año, regalaría este. Por arriesgado y novedoso y porque Alex Zhang Hungstai es uno de esos pensadores que necesitan de un megáfono para que la gente pueda disfrutarlo. Me gustaría saber que opina Elvis de este disco. Música del infierno, imagino. Si sigue así, será una de las referencias internacionales en menos de lo que canta un gallo.


11. Veronica Falls. Veronica Falls (Slumberland)

Difiícil de valorar este disco. Cada año hay algún grupo que publica unos cuantos singles y EPs, generando muchísima expectación, "the next big thing" y demás. Después llega el disco y obviamente defrauda, pero no por nada, sino porque ya hemos escuchado la mayoría de cosas antes. ¿Qué esperábamos? Bueno, el debut de Veronica Falls es el representante de la música más típica del s.XXI en la lista: jangle pop hiperactivo, estribillos pegadizos y voces amables. El disco se acaba quemando, pero mientras dura te inserta un chip en el cerebro que cada pocas horas suelta un líquido indoloro con alguna frase de alguna canción o una línea de bajo aislada. Trying to forget, but everything went wrong. I don't remember, I've got a bad feeling. A bad, bad feeling, and it's not going away. Mi vecina se la sabe de memoria. Y, que quede dicho, una pena que "Starry Eyes" no hay entrado en el disco final.


10. Bill Callahan. Apocalypse (Drag City)

Parece que un nuevo disco de Bill Callahan ya no es noticia. A mí me parece que cada disco que pasa el tío se vuelve más fuerte, como esas manos curtidas de los marineros. Estamos otra vez ante una foto, no, mejor, un cuadro, que te cuenta el paisaje de los Estados Unidos sin ahorrarse ni el más mínimo detalle. Es como escuchar una de esas voces sabias que consiguen abrumarte contando la tontería más banal. Me quedo con "Drover", "Riding for the feeling" y, sobretodo, One Fine Morning - un epílogo de casi 9 minutos que crece y decrece guiada por un sentido piano y la guitarra más sutil.


09. J.Mascis. Several Shades of Why (Sub Pop)

No creo que muchas listas recojan el disco de Mascis. Yo necesito ponerlo, y bien arriba, aunque sólo sea por la insistencia y resistencia que ha tenido a mis múltiples escuchas. Un disco pausado y profundo. Siempre había imaginado que la mayoría de las canciones de Dinosaur Jr. aguantarían un desnudo instrumental como el que sucede en Several Shades of Why. Aquí están los estribillos repentinos y los punteos de guitarra afilados, pero rebajados a modo caricia en una noche de invierno fría. Al disco no hay por donde pegarle, aguanta a un nivel altísimo hasta el final y la sencillez de su estructura hace que sea de muy fácil digestión.


08. Destroyer. Kaputt (Merge)

Este si que encabeza listas y listas, poca cosa puedo añadir yo. Me parece un disco muy sólido. Lanzarse a intentar adaptar sus letras y el inconfundible movimiento de su música a las estructuras electrónicas ochenteras no era tarea fácil. Dan Bejar lo ha hecho con la soltura de un genio y sin despeinarse. A ratos recuerda a los giros estilísticos de Dylan; imprevisibles a priori, lógicos a posteriori. Su concierto en Bikini fue una demostración de clase. Los discos son como el físico de una chica y los conciertos su personalidad. Si cuando hablas con ellas son más tontas que un zapato, tu percepción de su físico se ve afectada. No sé si me explico. Bueno, escuchad Kaputt.


07. Low. C'mon (Sub Pop)

Hace poco colgué en este blog lo que me había parecido el nuevo disco de Low. Visto con perspectiva, aún me parece más disfrutable. Claro está que no es mi trabajo saber valorar los discos objetivamente, y me cuesta poner en perspectiva lo que el disco de Dirty Beaches o Oneohtrix Point Never (por decir uno que se ha quedado en las puertas) puede acabar significando con el tiempo. Lo que yo se hoy en día, es que me dolería poner a cualquiera de estos por delante de un grupazo como Low. Aunque seguramente C'mon no pase a la historia como su mejor disco, me sigue pareciendo que juegan en otra liga, Y lo dicho, "Nothing but heart" es para mear y no echar gota,


06. Sonny & the Sunsets. Hit After Hit (Fat Possum)

Fueron la sensación del año pasado con su disco de debut, y contra todo pronóstico fueron la banda sonora del verano con su segundo álbum. Hit After Hit circula a una velocidad más trepidante que Tomorrow Is Alright y, como su nombre indica, da más peso a las canciones que a la cohesión del disco. ¿A que ya sabéis como me cuestan este tipo de álbumes? Pues imaginaros como tienen que ser los Hits after hits para que haya quedado el sexto en la lista de este año. "Home and exile", "Reflections on youth", "Teenage thugs", "Don't act dumb": directos al olimpo del rock lo-fi. Si Buddy Holly levantara la cabeza, se echaría unos buenos bailes.


05. Tim Cohen. Magic Trick (Captured Tracks)

Aquí va mi apuesta personal. Uno de esos discos que no te dan problemas cuando te pones a encontrarle defectos, pero que tiene esa gravedad especial que lo arrastra hacia la mini-cadena cada dos por tres. El cantante de The Fresh and Onlys se desmarca del sonido más garajero de su banda para regalarnos un pop lo-fi destartalado. Es como una de esas habitaciones de adolescente que en su mente sigue un riguroso desorden ordenado. Y las letras. Las letras son de alguien que tiene algo que decir. Desde la irónica "I am never going to die", pasando por la sincera "Sweetheart" para llegar hasta la tristemente noventera "I looked up". Si sigue por esta senda seguro que pronto estará en boca de todo el mundo.


04. Tom Waits. Bad As Me (Anti)

Un poco lo que me pasa con Low, elevado a la enésima potencia. Hacía siete años que no sabíamos nada de él, pero cuando Tom Waits saca disco, es difícil que alguien se le pueda comparar: sigue pariendo discos geniales. Así que los tres discos que quedan por encima, son los que realmente me han dejado boquiabierto este año. En Bad As Me cabe el Waits gamberro, el sentimental y el más jodidamente genial. El amante del vals, el héroe del rockabilly y el bluesman empedernido. Personalmente me parece más completo que el Real Gone y con temas que dejarán huella. De los grandes de grandes, parece el más en forma. Incluso más que los últimos intentos de Nick Cave. Una canción de regalo: Pay Me


03. The Caretaker. An Empty Bliss Beyond This World (Haft)

Este no es un disco convencional. Esto es un regalo de un ser superior. Leyland Kirby se llama. En una época donde lo retro se revaloriza, que mejor que llevar un buen trozo de pasado al presente. Y es que si The Artist tiene que ser la película del año en Hollywood, An Empty Bliss tenía que ser el disco del consenso en internet. Es como si el fantasma de Ava Gardner acabara poner un disco en un gramófono y encendiera una vela raquítica en una habitación a oscuras. Y nosotros nos lo miramos desde muy lejos, casi desde la otra punta de la casa. Y después nos despertamos y no queda vela, ni Ava Gardner, ni casa. Sólo la oscuridad y recuerdos de un pasado que nunca ocurrió.


02. Kurt Vile. Smoke Ring For My Halo (Matador)

Kurt Vile ha dado un paso al frente, ha dejado atrás el sonido peleón de sus anteriores trabajos y ha ido en búsqueda del disco perfecto. Smoke Ring for my Halo se queda muy cerca de conseguirlo. Folk-rock de sentarse en la mesa, servirse una buena copa, encenderse un cigarro y reflexionar sobre si lo que hay más allá de ese espacio vale tanto la pena como esto. A decir verdad, tenía que pensado que fuese el disco del año, pero le han adelantado en la última recta. "Jesus Fever" es un clásico instantáneo, "On Tour" es el núcleo, la esencia de lo que es Vile; pero la recta final... La recta final es tal vez menos resultadista, pero es la que te deja el disco arriba del todo, son las canciones que se te incrustan en el cerebelo para quedarse para siempre.


01. Sandro Perri. Impossible Spaces (Constellation)

Y el disco del año es para el canadiense Sandro Perri. Me quedó la espina por no dárselo cuando sacó Tiny Mirrors, pero me parece que este Impossible Spaces incluso lo supera. La naturaleza con la que se mezclan pop, folk y electrónica es la grandeza de este álbum. Y la dulce voz de Perri peinando las notas de las enrevesadas composiciones es el timón que lo mueve. Sufjan lo intentó el año pasado con un resultado mucho más pobre para mi gusto. Una referencia para los vírgenes podría ser el Bowie menos glam y de resaca, pero después llega "Wolfman" y lo revuelve todo. Un ejercicio de más de diez minutos que se convirtió en la canción del año cuando la escuché por primera vez y que ha sido recurrente en mis tarareos desde entonces. El cierre con la delicada y pastoral "Impossible Spaces" es la guinda del mejor pastel del año.


Hasta el año que viene