Fin De Año (1)

Se acerca fin de año. Con cada fin de año, el universo de listas de lo mejor cada año. Los premios dignifican la decadencia de la condición humana y eso me excita. Entiéndaseme, en una vida falta de morbo y motivaciones; cualquier chispa arma un incendio. A priori hay tres discos que deberían estar en todas las listas de lo mejor del año. Después vienen los que estan a un nivel similar y que se codean por intereses subjetivos. Como bien sabéis, yo no tengo personalidad. Así que lo de intereses subjetivos conmigo no funciona, y montar una lista con mis seis mejores discos del año es como un tour du force que no me deja dormir por las noches. Ahí va un repaso de los que se codean para entrar por la parte baja de la lista.




The Decemberists se volvieron a confirmar este otoño. The Crane Wife tiene la habilidad de hacer equilibrismos encima de la barra que separa el estancamiento que supone la continuidad y la confirmación de un sonido propio de un grupo relativamente joven. ¿Ha llegado el momento en que The Decemberists no nos tengan que demostrar nada? No hay mente crítica que escuche su disco. The Crane Wife no sorprende; es lo que esperábamos de los de Portland. Aún así suena a disco maduro, a una sana prolongación del sonido de Picaresque -su último trabajo-. Aún en los cortes más superficiales, The Decemberists siguen haciendo daño y dejando marca. Un gran disco.



¿Qué decir de la canadiense? Es un disco con más recorrido que el The Decemberists, lleva prácticamente todo el año dando guerra y está más masticado que el anterior. Pero hay que ser objetivos, no? Lo intentaremos. Neko Case ha sido la gran confirmación del año. Fox Confessor Brings The Flood no cansa ni en la enésima escucha, vicio del que pecan muchos discos herederos del folk americano. El disco roza la perfección en lo melódico; la voz de Neko encandila, acaricia y se desliza, corte tras corte, rápida o lenta, como si estuviera muy por encima de todo lo demás. Lo mejor de todo es que el disco acaba siendo como un vaso rebosante de creatividad, como si aún quedara mucho agua en el garrafón para rellenarlo en el futuro.



Rubies suena divertido, sin preocupaciones. Como si Dan Bejar se hubiera marcado un buen garbeo por Europa y hubiese decidido escribir sobre ello. Canciones desordenadas y desenfrenadas sin dejar de sonar elegantes y compactas. Como si de unos New Pornographers maduros se tratase, las letras de Bejar en este álbum son más trabajadas e incisivas y pegan completamente con el espíritu pop del conjunto del disco. En comparación con anteriores discos de Destroyer cabe destacar que este Rubies funciona instrumentalmente por si solo. Sus laberintos de guitarras de otros discos encuentran la salida en este y suenan más brillantes, como acabados de levantar.



Era difícil sacar un disco a la altura del You Are Free, lo mejor era cambiar de aires. The Greatest suena como si se hubiese abierto la puerta de la habitación donde durante años había estado encerrada Chan Marshall. Sólo ha asomado su preciosa nariz, pero ya ha olido aires de grandeza (esos violines del primer corte, The Greatest), ya ha encontrado otras maneras de respirar. El disco suena más relajado y hasta divierte en el video del single Lived In Bars. Queda un disco redondo, bien arreglado y con mucho recursos. Y cuando parece que se ha olvidado de los guitarrazos llega la apoteósica Love & Communication que sirve para cerrar otro gran disco de Cat Power. La puerta está abierta.