Esto es un caramelo dulce pero no en exceso. Con la mayoría de los caramelos pasa lo de siempre: no puedes dejar de comerlos al principio pero después salen caries y te cansas de ellos. Por eso mismo cabe destacar un disco que no provoca caries. The Albemarle Sound no se quema porque en cada escucha descubre una linea instrumental que había pasado desapercibida, en cada escucha muestra una influencia escondida. Puede ser considerado un disco de reminiscencias, pero, ¿qué es el pop sino collages de pop pasado? Cuando acaba el disco por primera vez viene la imagen del gordete de Brian Wilson. La fronteriza Cienfuegos o la "simoniana" Oceans in the Hall son claros ejemplos del collage sonoro que Ladybug Transistor creó en 1999. Pop de quilates, pretencioso (como los grandes discos) y con licencia para pasearse desnudo desde la primera escucha por los rincones más endulcorados del cerebro.
Tunng. Comments Of The Inner Chorus
Volvamos al 2006. Este es uno de los mejores discos debut de este año. Ya había hablado de Tunng anteriormente, pero creo que se merecen la enésima alabanza. Cuando os digo que un disco es redondo o perfecto, ¿qué os viene a la cabeza? Si no tenéis un modelo de disco en la cabeza con estas abstractas características, éste es el momento. Desde la introductoria Hanged hasta la preciosa Engine Room somos llevados en brazos entre caminos nítidos, de pop claramente definido, con toques de suave y tranquilizante electrónica. Uno de esos discos que recomiendan escuchar con los ojos cerrados, estirado en el suelo. Poco a poco, ves como todas las preocupaciones desfilan hacia un mundo mejor. Canciones cantadas a medio tono, guitarras preciosistas. Comments Of The Inner Chorus es belleza relajante, canciones con ganas de romper con la estética pop definida y estancada en estos últimos años. Además, sólo por Jenny Again -y aunque todas las otras canciones fueran cojas-, el disco ya valdría la pena. Supongo que seguiré hablando de este disco, no desesperéis.
Centro-Matic. Fort Recovery
Puestos a repasar discos importantes de este año que apura sus últimos meses, cabe recordar la perla que dejó Will Johnson a principios de año. Lo primero que llama la atención en Fort Recovery es la evolución de sonido del grupo. La producción está mucho más tratada que en discos anteriores de la banda. La guitarras suenan mucho más acuradas al momento y la voz de Johnson transmite más que en pasadas entregas. La grandeza de Centro-Matic es su capacidad de motivar la imaginación del oyente. Johnson no escribe canciones; escribe paisajes, situaciones melancólicas o utópicas, escribe el ocaso de la vida del oyente. Consigue que su música suene a una puesta de Sol y acaba y en la siguiente cae la noche y siempre con ese tono entre nostálgico y vitalista que hace pasar de la depresión al optimismo en veinte segundos. Es un disco reconfortantemente triste. Es un disco tremendamente emotivo. Parecía que después del Love You Just the Same o el disco del año pasado con South San Gabriel (otro de sus proyectos paralelos) había tocado techo; pero, chavales, estamos ante un nuevo genio de la música capaz de reinventarse sin cambiar de actitud en cada disco. Larga vida a Will Johnson.