Esta semana hará seis años del primer Primavera Club que montaron en el CCIB, justo coincidiendo con la noticia de que esta edición ha sido la última del festival en Barcelona. Así como todos tenemos nuestros rincones favoritos de la ciudad, nuestras trozos favoritos de nuestras canciones favoritas o esa parte del sofá donde estamos más cómodos que en el resto; el Primavera Club es el festival al que tengo más cariño.
Ha llovido mucho desde esa primera edición. El cartel era increíble. Visto con la necesaria perspectiva, allí vi algunos de los conciertos que más me han marcado. Fue la primera vez que vi a Teenage Fanclub. La primera de varias, cierto, pero la única en la que tocaron Bandwagonesque de inicio a fin. De ese concierto recuerdo la espera: dos o tres mil personas, expectantes, con sólo un pensamiento en la cabeza: "She wears denim wherever she goes". Y cuando lo dijo todo estalló. También fue la primera vez que vi a los New Pornographers, además presentando un disco del que tengo un muy buen recuerdo. Si mi memoria no falla, salimos corriendo de Richard Hawley antes de que acabara para hacer un sprint kilométrico y llegar a saltos entre la gente que chillaba "Sing me Spanish techno".
Fue la única vez que he visto a They Might Be Giants. Y a the Ladybug Transistor. Y a Cat Power. Chan Marshall vino con la Delta Blues, que sonó de maravilla. El Auditori estaba a reventar. También se llenó hasta la bandera para ver a los Twilight Singers de Greg Dulli, acompañados en un par de canciones por el sosainas de Mark Lanegan, repetidor en esta última edición. Recuerdo fumar como un carretero en el Auditori. Dulli se encendió un cigarro después de la primera canción y nos dijo que eso era un concierto de rock. Todos nos levantamos y nos pusimos de pie cerca de las primeras filas.
Pero lo recordaré sobretodo por dos cosas: Ha sido la única vez que he podido ver a Sparklehorse y fue la edición donde me hice creyente de Jeff Tweedy. Recuerdo que repasó canciones de Golden Smog, Uncle Tupelo, de los primeros Wilco, de los discos con Billy Bragg e incluso de ese proyecto fugaz que fue Loose Fur. Uno de los conciertos que más he disfrutado en mi vida. De hecho, si me preguntan cual es el mejor concierto en el que he estado nunca, ese me sigue pasando por la cabeza como uno de los candidatos.
Por la manera que tenemos de tratar la cultura en este país, a partir del año que viene no podremos disfrutar de uno de los eventos más ricos que teníamos. Si seguimos así, acabaremos volviendo 10 años atrás, cuando el poder ver a los grandes grupos extranjeros era una utopía, algo que nos contaban que pasaba más allá de los Pirineos.