Vosotros también os sentís deprimidos después de leer la entrevista de la contraportada de La Vanguardia? Esos pseudo-psicólogos alardeando de lo fácil que es ser feliz en la vida y lo malo que es el estrés. Igual sólo me pasa a mi. Empecé a leer una ayer y decidí que no iba a leer ni un periódico más. A partir de ahí, ayer fue un día intenso culturalmente y absolutamente inactivo físicamente.
Primero, necesito hablar sobre Nick Cave. En la entrevista que le hace Ruben Pujol en la Rockdelux de este mes con motivo del lanzamiento del segundo trabajo de Grinderman, he vuelto a tener esa sensación de eclipse solar. Como si su personalidad fuera tan grande e imponente que tapase toda la luz aprovechable por el resto de mortales. Cuando acabas de leer cualquier respuesta que da, piensas “Joder, claro, que bien dicho y que poco prepotente suena con sus palabras”. Algo parecido a lo que debe de pensar cualquier emo alemana después de escuchar una canción de Tokyo Hotel. El hecho es que no he escuchado el nuevo trabajo de Grinderman, ni falta que hace. Saber que grabaron el disco en un estudio durante cinco días sin tener nada escrito ni preparado, y no tener ni un ápice de duda de que el disco es mejor que la mayoría de los que han salido este año, sólo puede pasar con un genio de su talla. Cada uno de sus proyectos puede estar más inspirado o menos, pero cada parte tiene esa lección de actitud y calidad que sólo él les sabe imprimir. Como los partidos del Barça. Encima dice que cada día va a trabajar a la oficina. Hijo de puta. Nick Cave es un modelo a seguir a nivel de personalidad y presencia. Sí. Yo de mayor quiero ser como él.
Segundo, debería hablar de Deadwood. Ayer por la noche empecé la segunda temporada. Acabé la primera con emociones contradictorias. Por una banda, satisfecho por la atmósfera que me había transmitido y por Al Swarengen, uno de los personajes más grandes que nunca hayan existido. Me faltó algo de ritmo y sobretodo un poco más de trascendencia, tanto en las relaciones como en la representatividad de un momento sucio e importante de los Estados Unidos. La segunda temporada empezó con fuerza, con nuevos personajes y nuevas situaciones que prometen horas de peleas, envidia y cerdos chinos. Eso sí, hay cosas que no cambian; el peso protagonista sigue cayendo sobre Seth Bullock, interpretado por uno de los peores actores que nunca ha salido en HBO, Timothy “Gallifante”. Absolutamente odioso.
Tercero, durante el día vi hasta tres películas y todas de corte muy distinto. Antes de comer, el viaje de Terry Gilliam al imaginario del Doctor Parnasus. Un mundo mágico alejado de la belleza de la fábrica de Willy Wonka y más cercano a la sucia realidad de Brasil. Queda retratado un Londres suburbial e irónico, y destaca por encima de todo una caracterización magnífica. Aviso para navegantes: Hay que ser fan. Si no te crees las abstractas líneas de Gilliam, la peli puede acabar haciéndose demasiada curva y aparentemente superficial. El teaser de “última película de Ledger” no es suficiente para que el ojo convencional la disfrute. Los trucos narrativos para esquivar su muerte son menos resolutivos que como me los pintó la crítica, pero las grandes actuaciones de sus sustitutos (Law, Farrell y, sobretodo, Depp) hacen que queden camuflados. Por cierto, Tom Waits es otro genio de nuestra generación.
Después de comer vi New York, I Love You; la réplica de la gran manzana a “Paris, Je T’Aime”. Por si no conocéis la idea, imaginaros un conjunto de cortos con gente guapa en partes molonas de la ciudad. No difiere mucho de la estética de las tragicomedias de pequeñas historias cruzadas (todas deudoras de la obra maestra de Altman), sólo que en este caso no están interrelacionadas. Molan la de Fatih Akin y la de los abueletes, y hay algunas ridículas como la de James Caan y su hija inválida o innecesarias como la de Adriana de Los Soprano. Pero bueno, bien, entretenida. Para ver con la novia, mejor que cualquier otra comedia romántica.
Y me falta la que vi antes de cenar. The Men Who Stare At Goats. Aburrida y malosa. Y mira que me gustan todos los actores que salen (Jeff Bridges, Ewan McGregor, George Clooney y Kevin “dónde te has metido?” Spacey). Nada, una tontería que ni entretiene. Queda como una anécdota sin demasiada gracia.
Primero, necesito hablar sobre Nick Cave. En la entrevista que le hace Ruben Pujol en la Rockdelux de este mes con motivo del lanzamiento del segundo trabajo de Grinderman, he vuelto a tener esa sensación de eclipse solar. Como si su personalidad fuera tan grande e imponente que tapase toda la luz aprovechable por el resto de mortales. Cuando acabas de leer cualquier respuesta que da, piensas “Joder, claro, que bien dicho y que poco prepotente suena con sus palabras”. Algo parecido a lo que debe de pensar cualquier emo alemana después de escuchar una canción de Tokyo Hotel. El hecho es que no he escuchado el nuevo trabajo de Grinderman, ni falta que hace. Saber que grabaron el disco en un estudio durante cinco días sin tener nada escrito ni preparado, y no tener ni un ápice de duda de que el disco es mejor que la mayoría de los que han salido este año, sólo puede pasar con un genio de su talla. Cada uno de sus proyectos puede estar más inspirado o menos, pero cada parte tiene esa lección de actitud y calidad que sólo él les sabe imprimir. Como los partidos del Barça. Encima dice que cada día va a trabajar a la oficina. Hijo de puta. Nick Cave es un modelo a seguir a nivel de personalidad y presencia. Sí. Yo de mayor quiero ser como él.
Segundo, debería hablar de Deadwood. Ayer por la noche empecé la segunda temporada. Acabé la primera con emociones contradictorias. Por una banda, satisfecho por la atmósfera que me había transmitido y por Al Swarengen, uno de los personajes más grandes que nunca hayan existido. Me faltó algo de ritmo y sobretodo un poco más de trascendencia, tanto en las relaciones como en la representatividad de un momento sucio e importante de los Estados Unidos. La segunda temporada empezó con fuerza, con nuevos personajes y nuevas situaciones que prometen horas de peleas, envidia y cerdos chinos. Eso sí, hay cosas que no cambian; el peso protagonista sigue cayendo sobre Seth Bullock, interpretado por uno de los peores actores que nunca ha salido en HBO, Timothy “Gallifante”. Absolutamente odioso.
Tercero, durante el día vi hasta tres películas y todas de corte muy distinto. Antes de comer, el viaje de Terry Gilliam al imaginario del Doctor Parnasus. Un mundo mágico alejado de la belleza de la fábrica de Willy Wonka y más cercano a la sucia realidad de Brasil. Queda retratado un Londres suburbial e irónico, y destaca por encima de todo una caracterización magnífica. Aviso para navegantes: Hay que ser fan. Si no te crees las abstractas líneas de Gilliam, la peli puede acabar haciéndose demasiada curva y aparentemente superficial. El teaser de “última película de Ledger” no es suficiente para que el ojo convencional la disfrute. Los trucos narrativos para esquivar su muerte son menos resolutivos que como me los pintó la crítica, pero las grandes actuaciones de sus sustitutos (Law, Farrell y, sobretodo, Depp) hacen que queden camuflados. Por cierto, Tom Waits es otro genio de nuestra generación.
Después de comer vi New York, I Love You; la réplica de la gran manzana a “Paris, Je T’Aime”. Por si no conocéis la idea, imaginaros un conjunto de cortos con gente guapa en partes molonas de la ciudad. No difiere mucho de la estética de las tragicomedias de pequeñas historias cruzadas (todas deudoras de la obra maestra de Altman), sólo que en este caso no están interrelacionadas. Molan la de Fatih Akin y la de los abueletes, y hay algunas ridículas como la de James Caan y su hija inválida o innecesarias como la de Adriana de Los Soprano. Pero bueno, bien, entretenida. Para ver con la novia, mejor que cualquier otra comedia romántica.
Y me falta la que vi antes de cenar. The Men Who Stare At Goats. Aburrida y malosa. Y mira que me gustan todos los actores que salen (Jeff Bridges, Ewan McGregor, George Clooney y Kevin “dónde te has metido?” Spacey). Nada, una tontería que ni entretiene. Queda como una anécdota sin demasiada gracia.
2 comments:
Aquest divendres quedem no?
No treballis tant que després no surt ningú ben parat aquí
L'enamorament amb Cave comença a ser patològic, em d'anar de concert
Parlem per divendres, sí. Home, quan començo a fer entrades tan llargues en horari laboral vol dir que la setmana està sent tranquila.
Tu ja l'has vist en directe, perracu. Però bueno, tot i que els falta als del Primavera, molaria veure'l a una sala. És patètic, però no el veig petant res més gran que el Razz.
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