Llego a trabajar y me siento delante del ordenador para hablar de Pulp, pero no me sale nada. En el bloc de notas sólo pone: el disco de Boston Spaceships es un pepinazo. A veces noto como si las ganas de escribir se me escurrieran entre los dedos. Este debe de haber sido el año que he escuchado menos música desde que escucho música y, aunque esto se deba a factores externos, me da miedo pensar que esta puede ser la dinámica habitual a partir de ahora. Hoy en el bus he empezado a pensar en la lista de lo mejor del año y no he tenido claro ni los cuatro o cinco discos que tendrían que estar arriba. Voy a tener que valorar discos después de muy pocas escuchas y eso conlleva falta de perspectiva. Necesitaré algo de ayuda. Hace unos meses empezamos a hablar de montar algo que me haría mucha ilusión; espero que no sea una de esas ideas que quedan enterradas en la memoria. A ver si antes de Navidad la cosa coge forma.
Lo que es una realidad es que como los organizadores del Primavera sigan así, van a quedarse sin abonos antes de poder volver a cambiar de precio. Mala señal es que yo conozca todos los nombres y esté familiarizado más o menos con el trabajo de todos (Triangulo de Amor Bizarro a parte). Han vuelto a dar otra tanda de nombres de quilates, a falta de que los de Pitchfork y ATP rellenen la siempre abundante clase media. Ahora mismo tenemos 21 nombres para todos los gustos. Los reparto en categorías para analizarlos. Empecemos con los que más me apetecen:
Ay, Pulp… El retorno de los de Sheffield será la gran atracción turística de Barcelona durante un fin de semana. Los de Jarvis Cocker son una banda clave para entender el boom del pop británico en los 90, una fábrica de canciones para llenar estadios. A nivel personal, el His’n’Hers (Island, 1994) y el Different Class (Island, 1995) me marcaron en su momento y, aunque los tenga perdidos en un laberinto de difícil escapatoria, poder escuchar “Do You Remember The First Time” en directo, me vale la mitad del abono.
Comet Gain es más pop británico. Con más nervio y crudeza; pero pop al fin y al cabo. Nacieron en el 93 muy influenciados por los grupos del C-86 y los Pastels y demás. Sonaban mal pero con estilo, como un coche destartalado con encanto. La buena noticia es que llegan en un momento de forma envidiable, ya que sus últimos trabajos están a un nivel de madurez exquisito. Recomiendo el City Fallen Leaves (Track & Field, 2005). Papas Fritas -o pApAs fritAS, como los debes escribir si realmente estás en la onda- son una banda de indie-pop bostoniana de finales de los noventa. Nada del otro mundo: canciones simples, tres acordes, algún estribillo resultón… Pero tienen algo. Lo tienen. Esas cantinelas extrañamente pegadizas no se acaban de ir nunca de la cabeza. Para esos días que no te apetece pensar mucho y necesitas que la música te transmita buenas vibraciones. Toda una incógnita en directo. Para mí, su mejor disco es Papas Fritas (Minty Fresh, 1995).
Y para acabar, también debo mencionar Half Japanese, el grupo de los hermano Fair. De hecho, proyecto musical sería una descripción más precisa que “grupo”. Son la personificación del “do it yourself”, el paradigma del indie: ni sabían tocar, ni tenían nociones musicales, pero su amateurismo se transformó en autenticidad. Y aunque todo lo auténtico suena a elitista en este mundo, su actitud naif siempre ha sido respetada y entendida como algo puro e inspiracional. De su inacabable discografía, recomiendo Charmed Life (50 Skidillion Watts, 1988), pero tampoco los conozco tan a fondo como para postularlo como su mejor obra. ¿Qué mejor excusa que esta para ponerse con ellos?
En los próximos días os cuento cuatro cosas del resto de bandas.
Tuesday, November 16, 2010
Fría Primavera
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