No, no me he ido a Shanghai. Sigo en Barcelona. Esta ha sido una semana de reflexión, de recuperar viejos amigos y de mucho ladygaguismo.
Nunca recuerdo los sueños. Cuando me despierto, se dispersan como vendedores ambulantes cuando llega la policia. Por mucho que intente perseguirlos, nunca acabo de reconstruirlos.
Esta mañana me he despertado en Matadepera tapado con una manta del Barça. Qué gusto dormir arrapado, con peso encima. Un sueño de un recuerdo antiguo se reproducía claramente en mi cabeza por la mañana. Estaba en Picadilly, Londres, en esa tienda de discos Virgin que había en la esquina de Coventry Street. Volvía a estar en 1999, mirando discos con unos amigos de cara difuminada. Veía con claridad el momento en que mis ojos se encontraron con el Californication de los Red Hot Chili Peppers y enviaban un mensaje a mi cerebro para que le enviara un mensaje a mi mano para que examinara si tenía suficientes monedas en el bolsillo del pantalón. Ese fue el primer disco que he comprado conscientemente.
Ha llovido mucho. Lo último que me he comprado de música ha sido un vinilo recopilatorio de Sam Cooke. Han pasado 11 años y parece que mi experiencia con la música haya durado más de mis casi 24 años. Me cuesta de entender.
Obviamente este no es un post de reivindicación de los Chili Peppers. Ahora no toca. Cada uno tiene sus inicios, y los míos podrían haber sido mucho peores. Todos tenemos algún disco que nos hizo fascinar y que marcó un antes y un después en nuestra manera de entender la música. El mío no es el Californication, incluso está más alejado de la música que escucho ahora. Tal vez algún día os lo confieso.
Nada más, que vuelvo a estar aquí, con el horario normalizado y con pocas ganas de empezar a trabajar. Todo sería más fácil si hoy ganamos la Supercopa.
Nunca recuerdo los sueños. Cuando me despierto, se dispersan como vendedores ambulantes cuando llega la policia. Por mucho que intente perseguirlos, nunca acabo de reconstruirlos.
Esta mañana me he despertado en Matadepera tapado con una manta del Barça. Qué gusto dormir arrapado, con peso encima. Un sueño de un recuerdo antiguo se reproducía claramente en mi cabeza por la mañana. Estaba en Picadilly, Londres, en esa tienda de discos Virgin que había en la esquina de Coventry Street. Volvía a estar en 1999, mirando discos con unos amigos de cara difuminada. Veía con claridad el momento en que mis ojos se encontraron con el Californication de los Red Hot Chili Peppers y enviaban un mensaje a mi cerebro para que le enviara un mensaje a mi mano para que examinara si tenía suficientes monedas en el bolsillo del pantalón. Ese fue el primer disco que he comprado conscientemente.
Ha llovido mucho. Lo último que me he comprado de música ha sido un vinilo recopilatorio de Sam Cooke. Han pasado 11 años y parece que mi experiencia con la música haya durado más de mis casi 24 años. Me cuesta de entender.
Obviamente este no es un post de reivindicación de los Chili Peppers. Ahora no toca. Cada uno tiene sus inicios, y los míos podrían haber sido mucho peores. Todos tenemos algún disco que nos hizo fascinar y que marcó un antes y un después en nuestra manera de entender la música. El mío no es el Californication, incluso está más alejado de la música que escucho ahora. Tal vez algún día os lo confieso.
Nada más, que vuelvo a estar aquí, con el horario normalizado y con pocas ganas de empezar a trabajar. Todo sería más fácil si hoy ganamos la Supercopa.
2 comments:
No en sabia res de Shanghai... Després de la birra de l'altre dia, això de Shanghai m'hagués desmuntat el panorma que em vaig fer.
M'agrada Chicago i crec convenient que vinguis amb el pautu, franc, l'uri, dídac, acero i qui faci falta.
Això de Shanghai aa arribar i marxar precipitidament.
Jo vinc a Chicago amb qui tu vulguis, però em podries buscar un curro o un master o algo.
Abrasu
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